Oscuridad. Terreno baldío. Los sentimientos se escapan de mi cuerpo, como si fuera transparente, como si fuera invisible. No me interesa, se que hace mucho estoy muerta. Quizás nunca nací, quizás nunca en verdad viví. Oigo el latido de mi corazón pero no lo siento. Oigo mi respiración, pero estoy ahogándome a cada momento. Debería tener calor, pero mi cuerpo se congela. Debería ver, pero estoy ciega.
Camino. Corro. Intento escapar de la oscuridad que me impide avanzar, paso a paso me doy cuenta que es inútil, que siempre me perseguirá, porque estoy destinada a ello, a la infelicidad. Sombras, miedo, nada más que un terror que me llega hasta los huesos, digo que estoy muerta pero no es suficientemente bueno. Desearía estarlo. Muerto se acaban los sufrimientos, la tortura, el pensamiento de que donde quiera que vayas una nube cargada con tormenta te seguirá arriba tuyo. Porque no hay rayo de sol que atraviese que no arrastre horas eternas de soledad, porque se que esto no cambiará. Es más, me atrevería a decir que nunca nadie sabrá por lo que pase, cuando uno tiene la mente alterada por voces, que gritan que susurran, que te controlan no se puede acercar a nadie, no puedes confiar en tus acciones, no puedes confiar en tu sombra. ‘Mata. Tortura. Sabemos que quieres hacerlo.’ Empieza despacio, se incrementa cuando no hago caso. ¿Estaré loca? Quizás. Quizás solo sea que no ignoro esa parte de mí que se revela. Quizás… no lo se. No estoy segura de nada.
Mi vida es de negro. En el negro no hay sombras, no hay rostros terroríficos que saltan hacía ti para tomar el poco rastro de vida que queda. El negro es oscuridad, nada penetra la oscuridad, nada sale de la oscuridad. Oscuridad es mi vida. Oscuridad es lo que soy.
‘Hazlo. Roba. Maltrata. Asusta. Es la única manera de vivir’. Hago caso para sentir algo. Hago caso para que se callen. Hago algo para no sentir que mi cabeza explota por los gritos y los insultos. No puedo soportarlo. Se que solo hay una verdadera manera de acabar con todo. Pero tengo miedo. Tengo miedo como lo he tenido cada segundo de mi vida. Desde que la primera voz susurrante apareció, tengo miedo de lo que puedo hacer, tengo miedo de hablar con alguien y me encierren en un centro mental. Tengo miedo de todo, no puedo confiar en nadie… ni siquiera en mí.
‘Cobarde. Nunca te animaras a hacerlo’ Tengo lo necesario. Ya conseguí la pistola y la tengo cargada. Se que un solo movimiento de mis dedos podrá terminar con esta tortura.
‘No puedes hacer nada bien, ni siquiera esto.’ Suspiro y me encamino hacia el centro. Solo un poco de dramatismo que nadie verá, porque ¿A quien puede importarle el destino de una chica loca como yo?
‘Detente. Es una orden’ Las voces suben su tono de voz, pero ya las estoy ignorando. No me importa. Solo quiero que algo en mi vida me de tranquilidad, me de la paz que merezco. ¿Es qué acaso cometí tan terrible crimen para merecer esto?
‘Ya, de nada sirve fingir’ Siento que se ríen en mi cabeza. Riéndose de mí. Como siempre lo han hecho todos, tanto fuera como dentro de mi cabeza. Todos. Risas. Risas. Risas.
Burlas. Críticas. Sentimientos perdidos. Esperanzas desvanecidas. El mundo cambia su color hasta llegar a un profundo negro del cual no puedo escapar. Muerte. Sangre. Terror. Miedo.
Levanto la pistola y la apoyo sobre mi sien. Solo un movimiento. Un pequeño movimiento que terminará con todo. ¿Por qué vacilo? Esto es lo que quiero. Esto es lo que necesito. Esto es lo que merezco.
‘La muerte no es suficientemente buena para ti. Naciste para crear terror en otros. Eres inservible, tu opinión no cuenta, no tienes utilidad.’
Quito el seguro. Una pequeña lágrima se escapa de mi ojo mientras mi dedo se desliza y aprieta el gatillo.
1 comentarios:
*-* *Leyendo con orgullo*
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